En los últimos tiempos, el tema del cambio climático se ha hecho cada vez más presente. Esta preocupante situación ha llevado a muchos países a estudiar el uso de combustibles alternativos viables de producir y consumir en comparación con el petróleo y el gas.
La situación de España es muy particular. Aunque apenas cuenta con producción propia de gas natural, siendo un importador neto, el país es uno de los principales productores de petróleo de Europa. Además, su infraestructura de transporte de energía dependente del petróleo lo ha colocado como el cuarto país de la UE con mayores importaciones de crudo y, según datos del año 2020, entre el decimosexto y decimoséptimo productor y consumidor de petróleo del mundo con respecto al total global.
Este hecho hace que el petróleo represente aún hoy el combustible clave de la economía española. El consumo de combustible en el último año ha disminuido en casi un 50%, sin embargo, sigue siendo el motor de toda la industria española. Aparte de la producción nacional de carburantes, España recibe grandes cantidades del exterior para cubrir sus necesidades. Si bien los biocombustibles aún no representan un porcentaje relevante del mix energético español, su uso está ganando una mayor aceptación gracias al establecimiento de incentivos fiscales.
De acuerdo con los datos de la Unión Europea, el consumo total de carburantes para el transporte en España durante el año 2020 fue de un 7,5%. Esta cifra se encuentra ligeramente por debajo de la europea, que fue del 8,9% para el mismo período. Si bien está decreciendo en general, el petroleo sigue siendo el combustible de transporte predominante, especialmente para vehículos pesados como camiones y autobuses.
En los últimos años, el uso de combustibles renovables para generar energía eléctrica ha aumentado significativamente. España tiene varios proyectos en curso para aumentar el uso de tecnologías renovables. Se están desarrollando parques eólicos y solares a lo largo del país. Además, España ha iniciado el proceso de reciclaje de combustibles residuales para su aprovechamiento como combustible para los vehículos.
Dado el creciente interés en reducir las emisiones, España se ha comprometido con el acuerdo de París para reducir sus emisiones de CO2 hasta 2030. La economía española está empezando a ver a los combustibles alternativos como una vía viable para reducir el uso de combustibles fósiles y está trabajando para reducir aún más su dependencia de los carburantes convencionales.
En conclusión, España se coloca como una de las principales potencias en cuanto a producción de petróleo y gas en Europa. Su infraestructura de transporte, dependiente de los combustibles fósiles, ocupa el cuarto lugar dentro de la UE. El consumo nacional de carburantes en el último año alcanzó el 7,5%, por debajo de la media europea de 8,9%. Actualmente, se estén desarrollando proyectos para aumentar el uso de tecnologías renovables con el objetivo de cumplir con el acuerdo de París para 2030.
Creado el 23-05-2023
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